- Humanos de Costa Rica
Todos Merecemos una Segunda Oportunidad

Esta frase es algo bonito cuando se trata de mi, de mis seres queridos o de alguien con quien puedo sentir empatía o afinidad. Ya cuando pensamos en personas que han hecho cosas que “yo jamás haría” la cosa se pone cuesta arriba.
En setiembre del 2016 me invitaron a ingresar a la cárcel “El Buen Pastor”, la de mujeres, para ver si podía ayudar por medio de Fundación Mas Enlaces a recaudar materiales para la reconstrucción del templo para las privadas de libertad. Esa fue la excusa que Dios usó para que entrara “por primera vez a una cárcel”.

Una cosa trajo la otra y tengo casi 4 años de estar trabajando con proyectos para privados de libertad, oficiales de seguridad y personal que labora en centros penales.
Entrar a un centro penal y conocer a los seres humanos que están ahí me ha permitido comprender la diferencia entre la justicia y la misericordia. A aprender a ser empática, a interiorizar el valor de un abrazo, una amistad y una palabra sincera. Conocer el valor de un consejo y también he aprendido lo importante que es perdonar de corazón, a otros, pero sobre todo a mi misma.
Ahora trabajo también como voluntaria con otra fundación que hace artículos de marroquinería en la cárcel de Cartago, seres humanos increíbles que al quitarles la etiqueta de delincuente, enseñarles de orden, trabajo, esfuerzo, darles confianza y enseñarles a perdonarse por lo que han hecho a la sociedad, a sus familias y a ellos mismos, logran brillar y convertirse en personas de bien.

Recuerdo la frase que leí en una visita a nuestra Negrita, en La Basílica, precisamente con un grupo de 10 privadas de libertad: “el único que podía juzgarme, sólo me amó”.
Ahora puedo decir con convicción que todos, absolutamente todos, merecemos una segunda oportunidad. Y no dejo de pensar que muchos aún no han tenido ni la primera.