- Humanos de Costa Rica
Más de 30 Años

Tenía sólo 7 años cuando me enfermé, cuando sin saberlo mi vida cambiaría para siempre. No solamente en cuanto a la cantidad de biopsias, pastillas, tratamientos agresivos y chequeos que iba a tener que aguantar durante el resto de mi vida sino también en cuanto a lo que sería de mi futuro, porque en esa cabecita de 7 años se formó un pensamiento que se impregnó en mí.
Mi cabecita inocente, joven y sensible decidió creer que yo no viviría más de 30 años... y lo más curioso de todo es que a esa misma cabeza se le olvidó ese pensamiento hasta que cumplí 19 años y decidí “pagarme a ver” por la basura emocional que cargaba en mis hombros desde que era una bebé, por el sentimiento de indignidad que tenía por haber sido dada en adopción, por el sentimiento de culpa del divorcio de mis papás y principalmente por el recurrente miedo de no ser suficiente para nadie.
"...y ahí es donde mi vida cambió realmente, cuando me di cuenta que tengo la oportunidad de crear la vida y el futuro que quiero."
En una de esas citas con mi psicóloga me entró un recuerdo de ese pensamiento y me di cuenta que mi cabeza seguía con esa idea en ella, con esa idea tan absurda de que yo no llegaría a vivir tanto como el resto. Me percaté que estoy a sólo 10 años de los 30 y que estoy más que saludable como para vivir más allá de los 30... y ahí es donde mi vida cambió realmente, cuando me di cuenta que tengo la oportunidad de crear la vida y el futuro que quiero.

No ha sido fácil, imagínense haber creído por 13 años que el futuro no es tan importante porque igual no va a durar tanto... por lo menos a mí el futuro me causa ansiedad, porque nunca pensé que iba a tener uno. Lucho con esa ansiedad cada día, lucho con mi propia cabeza para que ella no se trate de enfocar en el futuro sino en el presente, lucho para que mis miedos no me hagan querer cambiar lo que he sido toda mi vida y lo que sé que puedo llegar a ser.
Hace unos años no hubiera podido decir lo siguiente porque mis inseguridades eran mayores que mis virtudes pero gracias a mi sistema de apoyo tan incondicional puedo escribirlo hoy:
Mi enfermedad me cambió la vida y simultáneamente me enseñó a ser lo que soy hoy: una mujer fuerte, generosa, humilde, empática y sensible.